Si, que no podía y aún no puede, aquella voz que en vez de ser mi amiga se convierte en una de mis peores debilidades, aquella que toda mi vida me ha jugado una mala pasada, aquella voz que se esconde tras un timidez eterna, pero que se aparece con mucha fuerza entre algunas personas, que se vuelve desafiante, grave y segura, aquella voz indomable.
¿Que tonto es describir de tal forma a la voz, cierto?. pero como lo va a ser para mi, si toda mi vida ha sido un misterio difícil de descifrar, mientras mi mente se alimentaba de palabras que nunca revelaba.
Palabras, palabras, palabras...¿Por qué será que las personas creen que las palabras son sólo orales?, entonces ¿dónde quedan las mías? porque existen y debaten, pero mentalmente.
Algo más para mi involuntaria extrañeza.
Y la mente, la loca mente, que tampoco controlo. Parece un chiste pero me fascina no tener ese control, me fascina anhelar tenerlo, me fascina ir descubriendo cosas al intentar tenerlo, y he aquí donde se va tejiendo este trabalenguas que nadie entiende, más que yo.
¿Quién dijo que tenía el control de su vida?, pues el que lo diga miente de tal forma que ni siquiera logra notar que no tener ese control es fantástico.
La vida es un montón de interrogantes, que te lleva a un sinfín de momentos que no puedes evitar.
Vaya, creo que esto de escribir vuelve a gustarme como antes, esta locura de palabras que salen de mi mente a través de mis dedos es exquisita (digo dedos por usar el teclado).
Aunque claro, ya no escribo largas historias de amor, desamor, poemas y pensamientos como solía hacer, donde hasta el tipo de papel y lapicera eran importantes, ¿dónde quedó esa niña?, mi respuesta más simple y acertada:
Esa niña que solía escribir y enamorarse inocentemente, hoy está convertida en una mujer que exploró otros caminos y aportó conocimientos a su vida, conocimientos que guarda sólo para ella. Ahora no sólo ama, si no que también vive y ríe, y sueña como siempre lo ha hecho, mientras disfruta del placer más delicioso que la vida le ha dado a conocer : La música. Esa niña ahora mira con una sonrisa entre sus labios lo que está escribiendo, porque acaba de darse cuenta que esa niña ahora es toda una mujer.
